Por diversas razones políticas, en los relatos estadounidenses ellos son los héroes ante invasiones extraterrestres, en las narrativas de este lado del mundo, no hay solución.
La humanidad no es vencida por el rayo desintegrador, sino devorada por su propia inercia. Somos testigos de cómo la voluntad se disuelve en el absurdo burocrático, se asimila hasta volverse irreconocible, o se contempla obsoleta frente a sus herederos de silicio.
El verdadero invasor no necesita armas; le basta con nuestra incurable vocación por la autodestrucción. La invasión es la consecuencia de una rendición que ya estaba firmada.
¿Por cuáles factores será que nos contamos el mundo desde un espíritu derrotista?
Quizás este breve compendio es parte de la mirada hispanoamericana de este momento (y de cuántos más), acostumbrada a observar una existencia precaria y sin esperanza. Déjanos tu opinión al respecto.
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