A mí a Londres, un Londres diferente en el año de 1984 o al menos es el año que Winston Smith, el protagonista de la historia, calculaba.
Un libro no solo es un objeto físico lleno de páginas encuadernadas; es un portal hacia mundos desconocidos, una ventana a emociones y pensamientos ajenos, una aventura que nos transporta a lugares inexplorados ¿A dónde te llevó a ti el último libro?
En mi caso, el último libro que tuve el placer de sumergirme me transportó a las subordinadas calles de un Londres incómodo. Hace poco releí 1984 (1949) de George Orwell, me vi inmerso en una sociedad dominada por la vigilancia totalitaria, fue un viaje inquietante hacia una realidad sombrío, pero provocativa.
El lugar principal de esta novela es una versión ficticia y sombría de un Estado totalitario. La historia se desarrolla en un mundo dominado por un régimen opresivo liderado por el Partido y su enigmático líder, el Gran Hermano.
El ambiente en Londres, la capital, es opresivo y sofocante. Los edificios están en mal estado, las calles son oscuras, sucias y la vigilancia estatal es omnipresente. Los ciudadanos viven o en constante manipulación informativa o con temor y desconfianza, ya que el Partido controla cada aspecto de sus vidas. La vigilancia se lleva a cabo a través de pantallas de televisor que funcionan como dispositivos de espionaje las 24 horas.
Los lugares públicos, como la Plaza, está adornada con símbolos del Partido y allí los ciudadanos se reúnen para presenciar desfiles militares o participar en eventos propagandísticos se se transmiten en una pantalla gigante. Los espacios privados no existen realmente, ya que cualquier atisbo de disidencia es severamente castigado, incluso con la muerte.
Para conservar el control sobre la sociedad existen diferentes organismos gubernamentales como como el Ministerio del Amor, que cuida que las relaciones de pareja sean estrictamente para la reproducción y donde también se realizan tareas como la tortura, el Ministerio de la Abundancia, que trata asuntos económicos, el Ministerio de la Paz, que se encarga de las estrategias para la guerra y, el que me causó especial atención el Ministerio de la Verdad, encargado de las noticias, los espectáculos, la educación y las bellas artes, y cuya información trastoca a su antojo la historia y propaga la información necesaria para mantener el control sobre la población.
En resumen, estuve en un lugar distópico, en un clásico de la literatura, un escenario sombrío y totalitario, en el cual la libertad individual es suprimida, la verdad es manipulada y la vigilancia del Estado es omnipresente. Hasta el último respiro de un Winston, ya con el cerebro lavado y sin perspectiva crítica, viví en un entorno desolador que refleja la opresión y el control absoluto ejercido por el Partido y el Gran Hermano sobre sus ciudadanos ¿A cuál lugar te llevó el último libro que leíste? Comparte tu respuesta en los comentarios.