Literatura Mexicana e Iberoamericana
Acerca de las clases

Fecha:

Tema: selección y lectura.

Subtema: poemas.

Objetivo: interpretar obras de la vanguardia latinoamericana.

 

Actividad 1. Autores.

Explique quién, qué, cómo, cuándo, dónde y por qué, según el autor designado.

Autores de la vanguardia

(Santiago, 1893 - Cartagena, Chile, 1948) Poeta chileno fundador del Creacionismo, movimiento poético vanguardista. Fue además uno de los impulsores de la poesía de vanguardia en América Latina.  

 

Vicente Huidobro nació en el seno de una familia de la elite oligárquica, vinculada a la gran propiedad agrícola, a la banca y a la política. Cursó la enseñanza primaria con institutrices privadas y la secundaria en el Colegio de San Ignacio de la Compañía de Jesús. Aunque fue crítico con la enseñanza jesuítica, tomó de ella una postura elitista ante la vida.  

 

Desde su juventud realizó frecuentes viajes por Europa, que le valieron un profundo enriquecimiento cultural y una depuración de sus gustos estéticos. Particularmente intenso desde la experiencia intelectual fue el largo período en que residió en París, ciudad a la que llegó en 1916, en pleno desarrollo de la Primera Guerra Mundial.  

 

En la capital francesa conoció a literatos y artistas como Picasso, Juan Gris, Max Jacob y Joan Miró, entre otras figuras de la cultura del momento. Escribió en revistas literarias junto a poetas como Apollinaire, Pierre Reverdy, Tristán Tzara, André Breton y Louis Aragon; es decir, lo más granado de la poesía francesa del momento.

(Santiago de Chuco, 1892 - París, 1938) Poeta peruano, una de las grandes figuras de la lírica hispanoamericana del siglo XX. En el desarrollo de la poesía posterior al Modernismo, la obra de César Vallejo posee la misma relevancia que la del chileno Pablo Neruda o el mexicano Octavio Paz. Si bien su evolución fue similar a la del chileno y siguió en parte los derroteros estéticos de las primeras décadas del siglo XX (pues arrancó del declinante Modernismo para transitar por la vanguardia y la literatura comprometida), todo en su obra es original y personalísimo, y de una altura expresiva raras veces alcanzada: sus versos retienen la impronta de su personalidad torturada y de su exacerbada sensibilidad ante el dolor propio y colectivo, que en sus últimos libros se transmuta en un sentimiento de solidaridad como respuesta a sus profundas inquietudes metafísicas, religiosas y sociales.  

 

De origen mestizo y provinciano, su familia pensó en dedicarlo al sacerdocio: era el menor de los once hermanos; este propósito familiar, acogido por él con ilusión en su infancia, explica la presencia en su poesía de abundante vocabulario bíblico y litúrgico, y no deja de tener relación con la obsesión del poeta ante el problema de la vida y de la muerte, que tiene un indudable fondo religioso. Vallejo cursó estudios de segunda enseñanza en el Colegio de San Nicolás (Huamachuco). En 1915, después de obtener el título de bachiller en letras, inició estudios de Filosofía y Letras en la Universidad de Trujillo y de Derecho en la Universidad de San Marcos (Lima), pero abandonó sus estudios para instalarse como maestro en Trujillo.  

 

En 1918 César Vallejo publicó su primer poemario: Los heraldos negros, en el que son patentes las influencias modernistas, sobre todo de Rubén Darío (a quien siempre admiró) y de Julio Herrera y Reissig. Esta obra contiene, además, algún augurio de lo que será una constante en su obra: la solidaridad del poeta con los sufrimientos de los hombres, que se transforma en un grito de rebelión contra la sociedad. Acusado injustamente de robo e incendio durante una revuelta popular (1920), César Vallejo pasó tres meses y medio en la cárcel, durante los cuales escribió otra de sus obras maestras, Trilce (1922), un poemario vanguardista que supone la ruptura definitiva con el Modernismo.  

 

En 1923, tras publicar las estampas y cuentos de Escalas melografiadas y la novela corta Fabla salvaje, César Vallejo marchó a París, donde conoció a Juan Gris y Vicente Huidobro, y fundó la revista Favorables París Poema (1926). En 1928 y 1929 visitó Moscú y conoció a Vladimir Maiakovski, y en 1930 viajó a España, donde apareció la segunda edición de Trilce. De 1931, año de un nuevo viaje a Rusia, son El tungsteno, novela social que denuncia la explotación minera de los indígenas peruanos, y Paco Yunque, cuento protagonizado por el niño del título, que padece los abusos de un alumno rico tras su ingreso en la escuela. En 1932 escribió la obra de teatro Lock-out y se afilió al Partido Comunista Español. Ese mismo año regresó a París, donde vivió en la clandestinidad, y donde, tras estallar la guerra civil española, reunió fondos para la causa republicana.  

 

Entre sus otros escritos destaca la obra de teatro Moscú contra Moscú, titulada posteriormente Entre las dos orillas corre el río. Póstumamente aparecieron Poemas humanos (1939) y España, aparta de mí este cáliz (1940), conmovedora visión de la guerra de España y expresión de su madurez poética. Contra el secreto profesional y El arte y la revolución, escritos en 1930-1932, aparecieron en 1973.

(Buenos Aires, 1899 - Ginebra, Suiza, 1986) Escritor argentino considerado una de las grandes figuras de la literatura en lengua española del siglo XX. Cultivador de variados géneros, que a menudo fusionó deliberadamente, Jorge Luis Borges ocupa un puesto excepcional en la historia de la literatura por sus relatos breves.  

 

Aunque las ficciones de Borges recorren el conocimiento humano, en ellas está casi ausente la condición humana de carne y hueso; su mundo narrativo proviene de su biblioteca personal, de su lectura de los libros, y a ese mundo libresco e intelectual lo equilibran los argumentos bellamente construidos, simétricos y especulares, así como una prosa de aparente desnudez, pero cargada de sentido y de enorme capacidad de sugerencia.  

 

Recurriendo a inversiones y tergiversaciones, Borges llevó la ficción al rango de fantasía filosófica y degradó la metafísica y la teología a mera ficción. Los temas y motivos de sus textos son recurrentes y obsesivos: el tiempo (circular, ilusorio o inconcebible), los espejos, los libros imaginarios, los laberintos o la búsqueda del nombre de los nombres. Lo fantástico en sus ficciones siempre se vincula con una alegoría mental, mediante una imaginación razonada muy cercana a lo metafísico.  

 

Ficciones (1944), El Aleph (1949) y El Hacedor (1960) constituyen sus tres colecciones de relatos de mayor proyección. A pesar de que su obra va dirigida a un público comprometido con la aventura literaria, su fama es universal y es definido como el maestro de la ficción contemporánea. Sólo su ideario político pudo impedir que le fuera concedido el Nobel de Literatura.  

 

Jorge Luis Borges procedía de una familia de próceres que contribuyeron a la independencia del país. Un antepasado suyo, el coronel Isidro Suárez, había guiado a sus tropas a la victoria en la mítica batalla de Junín; su abuelo Francisco Borges también había alcanzado el rango de coronel. Pero fue su padre, Jorge Borges Haslam, quien rompiendo con la tradición familiar se empleó como profesor de psicología e inglés. Estaba casado con la delicada Leonor Acevedo Suárez, y con ella y el resto de su familia abandonó la casa de los abuelos donde había nacido Jorge Luis y se trasladó al barrio de Palermo, a la calle Serrano 2135, donde creció el aprendiz de escritor teniendo como compañera de juegos a su hermana Norah.  

 

En aquella casa ajardinada aprendió Borges a leer inglés con su abuela Fanny Haslam y, como se refleja en tantos versos, los recuerdos de aquella dorada infancia lo acompañarían durante toda su vida. Con apenas seis años confesó a sus padres su vocación de escritor, e inspirándose en un pasaje de Don Quijote de la Mancha redactó su primera fábula cuando corría el año 1907: la tituló La visera fatal. A los diez años comenzó ya a publicar, pero esta vez no una composición propia, sino una brillante traducción al castellano de El príncipe feliz de Oscar Wilde.  

 

En el mismo año en que se inició la Primera Guerra Mundial, la familia Borges recorrió los inminentes escenarios bélicos europeos, guiados esta vez no por un admirable coronel, sino por un ex profesor de psicología e inglés, ciego y pobre, que se había visto obligado a renunciar a su trabajo y que arrastró a los suyos a París, a Milán y a Venecia hasta radicarse definitivamente en la neutral Ginebra cuando estalló el conflicto.  

 

Borges era entonces un adolescente que devoraba incansablemente la obra de los escritores franceses, desde los clásicos como Voltaire o Víctor Hugo hasta los simbolistas (Baudelaire, Verlaine, Rimbaud, Mallarmé), y que descubría maravillado el expresionismo alemán, por lo que se decidió a aprender el idioma descifrando por su cuenta la inquietante novela de Gustav Meyrink El golem.  

 

Hacia 1918 lee asimismo a autores en lengua española como José Hernández, Leopoldo Lugones y Evaristo Carriego, y al año siguiente la familia pasa a residir en España, primero en Barcelona y luego en Mallorca, donde al parecer compuso unos versos, nunca publicados, en los que se exaltaba la revolución soviética y que tituló Salmos rojos.  

 

En Madrid trabará amistad con un notable políglota y traductor español, Rafael Cansinos Assens, a quien extrañamente, a pesar de la enorme diferencia de estilos, proclamó como su maestro. Conoció también a Valle-Inclán, a Juan Ramón Jiménez, a Ortega y Gasset, a Ramón Gómez de la Serna, a Gerardo Diego... Por su influencia, y gracias a sus traducciones, fueron descubiertos en España los poetas expresionistas alemanes, aunque había llegado ya el momento de regresar a la patria convertido, irreversiblemente, en un escritor

(Guayama, 1889 - íd, 1959) Poeta y narrador puertorriqueño, uno de los más altos exponentes de la poesía negrista antillana. Luis Palés Matos pasó su vida entre su pueblo natal y San Juan, la capital de Puerto Rico. El ambiente literario de sus padres, ambos poetas de la escuela romántica, influyó en su formación. Fue autodidacta y poseedor de una extensa cultura.  

 

La difícil situación económica de la época le obligó a abandonar la escuela y buscar trabajo. Se desempeñó en diferentes ocupaciones: ayudante de abogado, maestro rural y funcionario público. Como periodista colaboró en varias publicaciones comerciales y literarias, y fue fundador de la Revista de Indias junto a su amigo Luis Muñoz Marín.  

 

Luis Palés Matos comenzó a escribir en la adolescencia, y a los dieciséis años publicó Azaleas (1915), su primer poemario, que junto a El palacio en sombras (1919-1920) y Canciones de la vida media (1925) se inscriben en la corriente modernista que Rubén Darío había inaugurado a finales del siglo anterior, aunque fue el argentino Leopoldo Legones su principal modelo en esta tendencia. Posteriormente ideó con José Isaac de Diego Padró el llamado diepalismo, movimiento vanguardista que preconizaba la lógica de los sonidos y las expresiones onomatopéyicas.  

 

En su madurez, Luis Palés Matos se adelantó estéticamente a Nicolás Guillén y a otros vates cubanos y caribeños en el cultivo de la poesía negrista, uniendo la sustancia de lo puertorriqueño con la cultura africana. En su celebración de la estética corporal y artística de los pueblos del Caribe, habla con la voz de las islas y al mismo tiempo con su propio e intransferible lenguaje.  

 

Su libro más representativo de este momento es Tuntún de pasa y grifería (1937), con el cual obtuvo el primer premio del Instituto de Literatura Puertorriqueña, y en el que sus mulatas se convierten en el ser emblemático del mundo antillano. En Canción festiva para ser llorada recorre las islas para entablar con ellas un diálogo erótico pautado por el entusiasmo y una grandiosa celebración.  

 

Completan la obra lírica de Palés Puerta al tiempo en tres voces y El llamado, dos poemas alrededor de la figura literaria de Filí-Melé. La mayor compilación de su trabajo poético se encuentra recogida en Poesía 1915-1956 (1957). En prosa escribió una autobiografía, Litoral (Reseña de una vida inútil), publicada en 1951.

(Camagüey, 1902 - La Habana, 1989) Poeta cubano. Por su obra ligada a las tradiciones afrocubanas, es considerado el máximo representante de la llamada «poesía negra» centroamericana y una de las principales figuras de la cultura de la isla. Nicolas Guillén cursó un año de derecho en La Habana, antes de abandonar la universidad y volver a su ciudad, donde trabajó como tipógrafo y se dedicó al periodismo en la redacción de El Camagüeyano, en cuyas páginas inició también su actividad literaria.  

 

A partir de 1925 Nicolas Guillén se instaló en la capital, donde participó activamente en la vida cultural y política de protesta, lo que le supuso breves arrestos y períodos de exilio en varias ocasiones. En 1937, cuando había publicado ya sus primeros tres libros, ingresó en el Partido Comunista de Cuba, fundado por su amigo y también poeta Rubén Martínez Villena, y participó en el célebre Congreso por la Defensa de la Cultura, realizado en Valencia en plena Guerra Civil española, donde conoció a Pablo Neruda, Rafael Alberti, Federico García Lorca y Octavio Paz, y su obra alcanzó difusión europea.  

 

A su regreso a Cuba, Nicolas Guillén dirigió la revista Mediodía y participó de los movimientos de vanguardia en las tribunas de Gaceta del Caribe y Revista Avance. Pasó luego años de exilio, viajando por Sudamérica, y en 1956 recibió el Premio Lenin de la Unión Soviética. El triunfo en 1959 de la revolución liderada por Fidel Castro y el Che Guevara le permitió regresar a la isla, donde desempeñó distintos cargos (como la presidencia de la Unión de Escritores, desde 1961) y misiones diplomáticas de relieve.

(Papantla, 1900 - ciudad de México, 1981) Poeta mexicano, fundador del estridentismo. Estudió la primaria en Tuxpan y la preparatoria en Jalapa y Veracruz, donde escribió para los diarios El Dictamen y La Opinión. En 1920 se mudó a la capital, donde obtuvo el título de abogado en la Escuela Libre de Derecho (1925).  

 

Años atrás, en 1921, había publicado Actual núm. 1, primer manifiesto estridentista. Especie de síntesis del futurismo de Marinetti y el dadaísmo de Tristan Tzara, el estridentismo agrupó a autores como Salvador Gallardo, Germán List o Luis Quintanilla y se relacionó con el también efímero ultraísmo de Rafael Cansinos Assens, Jorge Luis Borges y Guillermo de Torre.  

 

Al manifiesto le siguieron varios poemas de vanguardia (publicados en la revista Cosmópolis de Madrid) y el libro Andamios interiores en México, con el que intentó una revolución literaria al romper con la vieja tradición poética y experimentar nuevas formas de expresión. Más tarde publicó Urbe, Poemas interdictos (considerado por el crítico Luis Mario Schneider como "uno de los poemarios más relevantes de la vanguardia en castellano") y Metrópolis.  

 

Desde los veinte años se involucró en la vida política del país y contribuyó enormemente a promover la publicación de textos literarios y educativos. Fue secretario general en el gobierno de Veracruz (1925-1928), periodo en que publicó la revista Horizonte. En 1930 viajó a París para estudiar derecho diplomático, historia y literatura en la Sorbona. A su regreso fue consejero técnico de Narciso Bassols, secretario de Educación Pública y diputado al Congreso de la Unión por el distrito de Tuxpan (1932-1934).  

 

En 1935 ingresó al servicio exterior: fue secretario de la legación de Bruselas, encargado de negocios en Varsovia y Roma, cónsul general en Londres y representante de México ante los gobiernos en el exilio durante la Segunda Guerra Mundial; entre 1944 y 1967 ejerció de embajador en Panamá, Chile, Colombia, Japón, Canadá, Noruega, Líbano y Pakistán. Es autor de varios ensayos sobre temas literarios y artísticos, entre ellos El paisaje en la literatura mexicana (1944), El arte mexicano contemporáneo (1945), Peregrinación por el arte de México (1952) y Ensayos japoneses (1959).

(José Oswald de Souza Andrade; São Paulo, 1890-1954) Escritor y periodista brasileño. Trabajó como periodista desde muy joven, realizó numerosos viajes a Europa y pronto formó parte de la bohemia literaria; sólo tardíamente completó sus estudios de derecho. En 1911 fundó una revista semanal de carácter combativo y humorista que apareció bajo el título de O Pirralho, y con ella logró convertirse en uno de los periodistas y polemistas más brillantes de la época.  

 

Siguió realizando con asiduidad viajes a Europa, lo cual le permitió conocer a los principales intelectuales y artistas del momento, entre ellos a Isadora Duncan, Picasso, Jean Cocteau, Constantin Brancusi, Jules Romains y Tarsila do Amaral. En 1922 publicó Los condenados (Os condenados), que fue la primera novela de la serie Trilogia do exilio (Trilogía del exilio), que completaría con Estrela de Absinto (1927) y finalizaría en 1934 con A Escala Vermelha. En 1924 publicó Memórias Sentimentais de Joao Mirama, la primera gran experiencia de prosa modernista en la literatura brasileña.  

 

En 1925 apareció en París Palo Brasil (Pau-Brasil), libro de poesía en el que Oswald de Andrade ofrecía una interpretación lírica y a la vez humorística de su país. Tres años después fundó la Revista de Antropofagia, en torno a la cual surgió un movimiento radical del modernismo que preconizaba un proceso de asimilación "antropofágica" de la cultura extranjera universal, para integrarla con características autóctonas.  

 

Con posterioridad a la revolución que tuvo lugar en el año 1930, radicalizó sus posturas políticas hacia una militancia de izquierdas, y participó en la lucha obrera y antifascista como redactor del periódico O Homem Livre (El hombre libre). En 1933 publicó Serafim Ponte Grande, claro testimonio de esta fase creativa e ideológica del autor, y en 1943 y 1946 publicó dos volúmenes de la serie inacabada Marco Zero, en los que analiza la sociedad burguesa de Sao Paulo. Cabe destacar también su obra Punto de partida.  

 

Un nacionalismo que busca sus orígenes sin perder la visión crítica de la realidad brasileña, la parodia, la valorización del habla cotidiana, la búsqueda de la lengua brasileña y la crítica a la sociedad burguesa capitalista son los rasgos que encuadran su obra dentro del modernismo brasileño. Un ejemplo es su primer libro de poesías Pau-Brasil (1925), manifiesto en el que rechaza la herencia portuguesa y clama por un retorno a la primitiva espontaneidad expresiva de los indígenas brasileños. Sus novelas quiebran las estructuras tradicionales. Así, Memorias sentimentales de João Miramar (1924), influida por el lenguaje cinematográfico, presenta con ironía y humor fragmentos de la vida de Miramar, mezclando prosa y poesía.

 

Actividad 2. Explicar y comprender.

Poemas vanguardistas

Mi paracaídas se enredó en una estrella apagada que seguía su órbita concienzudamente, como si ignorara la inutilidad de sus esfuerzos.

Y aprovechando este reposo bien ganado, comencé a llenar con profundos pensamientos las casillas de mi tablero:

«Los verdaderos poemas son incendios. La poesía se propaga por todas partes, iluminando sus consumaciones con estremecimientos de placer o de agonía.

»Se debe escribir en una lengua que no sea materna.

»Los cuatro puntos cardinales son tres: el sur y el norte.

»Un poema es una cosa que será.

»Un poema es una cosa que nunca es, pero que debiera ser.

»Un poema es una cosa que nunca ha sido, que nunca podrá ser.

»Huye del sublime externo, si no quieres morir aplastado por el viento.

»Si yo no hiciera al menos una locura por año, me volvería loco.»

Tomo mi paracaídas, y del borde de mi estrella en marcha me lanzo a la atmósfera del último suspiro.

Ruedo interminablemente sobre las rocas de los sueños, ruedo entre las nubes de la muerte.

Encuentro a la Virgen sentada en una rosa, y me dice:

»Mira mis manos: son transparentes como las bombillas eléctricas. ¿Ves los filamentos de donde corre la sangre de mi luz intacta?

»Mira mi aureola. Tiene algunas saltaduras, lo que prueba mi ancianidad.

»Soy la Virgen, la Virgen sin mancha de tinta humana, la única que no lo sea a medias, y soy la capitana de las otras once mil que estaban en verdad demasiado restauradas.

»Hablo una lengua que llena los corazones según la ley de las nubes comunicantes.

»Digo siempre adiós, y me quedo.

»Ámame, hijo mío, pues adoro tu poesía y te enseñaré proezas aéreas.

»Tengo tanta necesidad de ternura, besa mis cabellos, los he lavado esta mañana en las nubes del alba y ahora quiero dormirme sobre el colchón de la neblina intermitente.

»Mis miradas son un alambre en el horizonte para el descanso de las golondrinas.

»Ámame.»

Me puse de rodillas en el espacio circular y la Virgen se elevó y vino a sentarse en mi paracaídas. Me dormí y recité entonces mis más hermosos poemas.

Las llamas de mi poesía secaron los cabellos de la Virgen, que me dijo gracias y se alejó, sentada sobre su rosa blanda.

Y heme aquí, solo, como el pequeño huérfano de los naufragios anónimos.

Ah, qué hermoso…, qué hermoso.

Veo las montañas, los ríos, las selvas, el mar, los barcos, las flores y los caracoles.

Veo la noche y el día y el eje en que se juntan.

Ah, ah, soy Altazor, el gran poeta, sin caballo que coma alpiste, ni caliente su garganta con claro de luna, sino con mi pequeño paracaídas como un quitasol sobre los planetas.

De cada gota del sudor de mi frente hice nacer astros, que os dejo la tarea de bautizar como a botellas de vino.

Lo veo todo, tengo mi cerebro forjado en lenguas de profeta.

La montaña es el suspiro de Dios, ascendiendo en termómetro hinchado hasta tocar los pies de la amada.

Aquél que todo lo ha visto, que conoce todos los secretos sin ser Walt Whitman, pues jamás he tenido una barba blanca como las bellas enfermeras y los arroyos helados.

Aquél que oye durante la noche los martillos de los monederos falsos, que son solamente astrónomos activos.

Aquél que bebe el vaso caliente de la sabiduría después del diluvio obedeciendo a las palomas y que conoce la ruta de la fatiga, la estela hirviente que dejan los barcos.

Aquél que conoce los almacenes de recuerdos y de bellas estaciones olvidadas.

Él, el pastor de aeroplanos, el conductor de las noches extraviadas y de los ponientes amaestrados hacia los polos únicos.

Su queja es semejante a una red parpadeante de aerolitos sin testigo.

El día se levanta en su corazón y él baja los párpados para hacer la noche del reposo agrícola.

Lava sus manos en la mirada de Dios, y peina su cabellera como la luz y la cosecha de esas flacas espigas de la lluvia satisfecha.

Los gritos se alejan como un rebaño sobre las lomas cuando las estrellas duermen después de una noche de trabajo continuo.

El hermoso cazador frente al bebedero celeste para los pájaros sin corazón.

Sé triste tal cual las gacelas ante el infinito y los meteoros, tal cual los desiertos sin mirajes.

Hasta la llegada de una boca hinchada de besos para la vendimia del destierro.

Sé triste, pues ella te espera en un rincón de este año que pasa.

Está quizá al extremo de tu canción próxima y será bella como la cascada en libertad y rica como la línea ecuatorial.

Sé triste, más triste que la rosa, la bella jaula de nuestras miradas y de las abejas sin experiencia. La vida es un viaje en paracaídas y no lo que tú quieres creer.

Considerando en frío, imparcialmente,

que el hombre es triste, tose y, sin embargo,

se complace en su pecho colorado;

que lo único que hace es componerse

de días;

que es lóbrego mamífero y se peina…

Considerando

que el hombre procede suavemente del trabajo

y repercute jefe, suena subordinado;

que el diagrama del tiempo

es constante diorama en sus medallas

y, a medio abrir, sus ojos estudiaron,

desde lejanos tiempos,

su fórmula famélica de masa…

Comprendiendo sin esfuerzo

que el hombre se queda, a veces, pensando,

como queriendo llorar,

y, sujeto a tenderse como objeto,

se hace buen carpintero, suda, mata

y luego canta, almuerza, se abotona…

Considerando también

que el hombre es en verdad un animal

y, no obstante, al voltear, me da con su tristeza en la cabeza…

Examinando, en fin,

sus encontradas piezas, su retrete,

su desesperación, al terminar su día atroz, borrándolo…

Comprendiendo

que él sabe que le quiero,

que le odio con afecto y me es, en suma, indiferente…

Considerando sus documentos generales

y mirando con lentes aquel certificado

que prueba que nació muy pequeñito…

le hago una seña,

viene,

y le doy un abrazo, emocionado.

¡Qué mas da! Emocionado… Emocionado…

Amanecen temblando las guitarras

mi alma pájaro oscuro ante su cielo

Ya se murió la lámpara en la urna

más todavía

clama el silencio de las manos

como una herida abierta

Por la noche blindada

vamos abriendo como ramas las calles

En los ciegos aljibes

se habían colmado de suicidio las manos

Las esquilas recogen la tristeza

dispersa de las tardes La luna nueva

es una vocecita allá en el cielo

Ahora vamos de nuevo a cantar alma mía; a cantar sin palabras. Desnúdate de imágenes y poda extensamente tus viñas de hojarasca. No adulteres el mosto que hierve en tus lagares

con esencias extrañas,

y así, te dará un vino sencillo pero puro,

porque es vino de casa.

Anda el viejo camino para que se te vea

la intención noble y clara,

y huye de las retóricas travesuras ingenuas

que inquietaron tu infancia.

Ya eres vieja, alma mía. Árbol que entra en la zona

de la vida mediada.

Como fruta madura te cuelga el sentimiento

de la rama más alta.

Rama de bella fronda que perfumó al canto,

ahora se ve pelada...

Para cuajar el fruto tuvieron que caerse

las hojas de la rama.

Así estás, alma mía, en tu grave hora nueva,

toda desnuda y blanca,

erguida hacia el silencio milenario y profundo

de la estrella lejana.

¿Cuándo fue?

No lo sé.

Agua del recuerdo

voy a navegar.

Pasó una mulata de oro,

y yo la miré al pasar:

moño de seda en la nuca,

bata de cristal,

niña de espalda reciente,

tacón de reciente andar.

Caña

(febril le dije en mí mismo),

caña

temblando sobre el abismo,

¿quién te empujará?

¿Qué cortador con su mocha

te cortará?

¿Qué ingenio con su trapiche

te molerá?

El tiempo corrió después,

corrió el tiempo sin cesar,

yo para allá, para aquí,

yo para aquí, para allá,

para allá, para aquí,

para aquí, para allá…

Nada sé, nada se sabe,

ni nada sabré jamás,

nada han dicho los periódicos,

nada pude averiguar,

de aquella mulata de oro

que una vez miré al pasar,

moño de seda en la nuca,

bata de cristal,

niña de espalda reciente,

tacón de reciente andar.

Es siempre preferible solamente gustar

a unos cuantos selectos que a mil de lo vulgar.

No busques a la Plebe, no sigas las charangas.

No creas que la poesía es un juego de mangas.

Tampoco el espejo del tiempo en que te ves.

Es lo real absoluto como dijo un romántico.

¿El rosal, la mujer, la estrella de mi cántico

o la viva nostalgia de lo que pudo ser?

Poesía es lo que es.

Son Las flores del mal, de Carlos Baudelaire,

Rimbaud, Nerval, Stéphan Mallarmé,

maestro de la ausencia y el imposible ¿qué?

Cendrars, Apollinaire.

Incluyo a las Españas:

A Jorge Manrique, el de la muerte sentida,

Góngora, Quevedo, quien dijo del Osuna:

“Su tumba son de Flandes las campañas

y su epitafio la sangrienta luna”,

Juan Ramón, andaluz de universal medida,

García Lorca, el gitano, eterno asesinado,

Aleixandre, el Nobel de vendimias extrañas,

el segundo Machado, el del tiempo y la vida.

A México también con Ramón López Velarde,

el primero en Zozobra, sin desdén para tantos

de un afán infinito, cuyo corazón arde

bajo el cielo sediento de pájaros y hechizos

en las altas planicies, y los que nuevos cantos

trajimos de los ríos de viejos paraísos.

La poesía es lo que vive más que una sepultura.

Es la pura excepción. Un soplo de altura.

La flor invulnerable a la espada temida.

El último reducto que nos deja la vida.

Es angustia, horizonte, anhelo del confín.

Los choferes están fastidiados

Porque tienen que quedarse delante de la pequeña procesión

Pero tiran sus boinas y rezan

Procesión tan pequeña tan bonita

Perdida en un rincón de la ciudad

Banderas

Túnicas verdes

Criaturas detentoras de los primeros lugares

De un bufón

Van paso a paso

Banderas

Túnicas verdes

Una parihuela en hombros de mulatos

De cuatro blanquísimas hijas de maría

Nuestra Señora va atrás

Un milagro de equilibrio

Pero lo que más me gusta

En esta precesión

Es el Espíritu Santo

Dorado

Para inspirar a los hombres

De mi tierra

Banderas

Túnicas verdes

El padre satisfecho

De parar el tráfico

Con nuestro señor en las manos

Y la música detrás

 

 

error: Content is protected !!