Calaveritas literarias

Bases:

a) Deberá contener 20 versos.
b) Agregue su calaverita en forma de comentario.
c) La calaverita que tenga más «likes» ganará un premio.

30 comentarios en «Calaveritas literarias»

  1. En la escuela, con tiza y pizarra en mano,
    Los profesores nos guiaban con gran desgano,
    Con exámenes, tareas y mucha presión,
    Nos enseñaron lecciones, lección tras lección.

    El maestro de matemáticas, tan serio y astuto,
    Hacía ecuaciones que parecían un laberinto,
    Y la profesora de historia, con voz apagada,
    Contaba batallas y fechas, siempre aburrida.

    El profesor de educación física hacía sudar,
    Saltar y correr, sin parar de tropezar,
    Y la maestra de ciencias, con bata blanca y gafas,
    Nos hablaba de átomos y sustancias raras.

    En la escuela, entre libros y deberes sin fin,
    Aprendimos a leer, a escribir, y a pensar en latín,
    Pero a pesar de las penas y las malas notas,
    Guardamos recuerdos de maestros y anécdotas.

    Aunque a veces quisimos huir de aquel lugar,
    Los profesores nos ayudaron a crecer y madurar,
    Así que en esta calaverita, con cariño y respeto,
    Recordamos a nuestros maestros con gratitud y afecto.

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  2. En la noche etérea de la calaverita,
    Las almas se reúnen en su danza maldita.
    Los huesos crujen al compás del viento,
    En el mundo de ultratumba, un misterio sin cuento.

    Con sus sombras danzantes y ojos sin vida,
    En el reino de los muertos, cada alma querida.
    La calaca sonríe, su risa de ultratumba resuena,
    En esta festividad, la muerte se llena de pena.

    Las calacas danzan con gracia y esmero,
    Bajo la luna llena, en su eterno destierro.
    La noche se llena de un aire mágico y sereno,
    Donde vivos y muertos, en un abrazo se funden en pleno.

    En la ofrenda, el pan de muerto lleno el costal,
    Los sabores y aromas de un mundo ancestral.
    La familia se reúne para honrar a los que ya se han ido,
    En esta celebración, el recuerdo nunca está perdido.

    Papeles brillantes y velas ardientes,
    El Día de los Muertos, un ritual potente.
    En mi calaverita, la vida y la muerte se abrazan,
    Un recordatorio de que en la muerte, la vida empieza.

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  3. En la escuela donde la muerte llegó un día,
    Con su guadaña en mano, de forma sombría.
    Los alumnos, al principio, temieron su llegada,
    Pero pronto entendieron que no era amenaza, sino enseñanza apreciada.

    La muerte, como maestra, nos dio lecciones importantes,
    Sobre la fugacidad de la vida y sus instantes.
    Nos recordó que debemos valorar cada día,
    Y apreciar el aprendizaje en esta escuela de alegría.

    Con su presencia, la muerte nos enseñó,
    Que en cada despedida, un nuevo comienzo floreció.
    Que en el ciclo de la vida, no hay final absoluto,
    Sino una transición hacia un plano más sutil y absoluto.

    Los exámenes de la muerte eran pruebas de valor,
    Nos recordaban que en la vida, hay que dar lo mejor.
    Y cuando llegaba el momento de la partida,
    Nos mostraba que la muerte es solo una nueva bienvenida.

    En la escuela donde la muerte impartía,
    Lecciones sobre la vida y la eternidad venidera.
    Hoy honramos su papel en nuestra existencia,
    Una maestra peculiar, que dejó su esencia.

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  4. En el sendero de la vida, la muerte se asomó un día,
    Y junto a mi querida, juntos caminaron con alegría.
    Mi novia y la muerte, de la mano, sin temor,
    Descubrieron un camino nuevo, un destino promisor.

    La muerte, con su misterio y su abrazo apacible,
    Guió a mi amada, con su sonrisa visible.
    Le mostró que en la eternidad, el amor persiste,
    Y en cada latido del alma, un recuerdo persiste.

    Mi novia, valiente, aceptó este viaje sin igual,
    Donde la muerte y el amor entrelazan su señal.
    Descubrieron juntas un reino sin lamentos,
    Donde el amor eterno florece en cada momento.

    Así, mi amada y la muerte, en un abrazo sincero,
    Caminan juntas por la senda del mundo postrero.
    Donde el tiempo no existe y la paz se cierne,
    Mi novia encontró en la muerte un lazo que nunca se pierde.

    En esta historia de amor que desafía la muerte,
    Mi novia y la Parca hallaron un destino fuerte.
    Entonces entré yo con bastante intensidad,
    Aunque le guste a la muerte, ella es mi alma, mi eterna felicidad.

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  5. La muerte y las malas calificaciones se encontraron un día,
    En la vida de un estudiante, donde el temor se sentía.
    La Parca con su guadaña, las notas examinó con rigor,
    Y el estudiante sintió un escalofrío de pavor.

    Las calificaciones bajas, como un día gris,
    Se cernían sobre él, como un oscuro matiz.
    La muerte, paciente, le dijo con voz serena,
    «Las malas notas no son el fin, joven, tenlo en cuenta, morena.»

    «En lugar de lamentarte, esfuérzate y aprende más,
    Las calificaciones no definen quién eres en paz.
    En la escuela de la vida, cada fracaso es un paso,
    Hacia el crecimiento y el éxito, toma tu retraso con aplazo.»

    El estudiante, inspirado por las palabras de la muerte,
    Decidió no rendirse, tomar un nuevo rumbo, buena suerte.
    Las malas calificaciones, un desafío para superar,
    Con dedicación y esfuerzo, su futuro brillaría sin temor a tropezar.

    En esta calaverita, la muerte nos recuerda con ternura,
    Que las malas calificaciones no son el fin de la aventura.
    Con determinación, podemos cambiar el destino,
    Y encontrar éxito, incluso cuando el camino es sombrío y opino.

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  6. La muerte y el amor, dos destinos entrelazados,
    En el tejido de la vida, como hilos bien trenzados.
    La Parca, toda flaca y su rostro sin velo,
    Encuentra en el amor un lazo sincero y anhelo.

    El amor, en su esencia, es eterno y sublime,
    Como un fuego ardiente, que nunca se consume.
    La muerte, de testigo, acompaña en el viaje,
    Cuidando que el amor no se vaya por el drenaje.

    El primer beso, la promesa en la noche estrellada,
    El amor en su plenitud, en cada mirada compartida.
    La muerte, con su misterio, recuerda sin cesar,
    Que el amor es el legado que en el alma va a perdurar.

    Cuando el tiempo se acorta y la vida se retira,
    El amor se vuelve más fuerte, una luz que no se tira.
    En la despedida, la muerte no es el final,
    Sino un nuevo comienzo en el reino celestial.

    Así, la muerte y el amor se encuentran en danza,
    Una melodía eterna, una divina bonanza.
    En cada corazón que late, en cada suspiro,
    El amor y la muerte, unidos, nunca se retiran ni retiran ni retiran.

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  7. En la escuela, en el Día de los Muertos, el salón se ilumina,
    Ofrendas y recuerdos, en esta fecha se destilan.
    Los altares con flores y velas brillantes,
    Honran a los ausentes, en sus nombres resonantes.

    Los libros de texto y cuadernos del estudiante,
    En la ofrenda de la escuela, ocupan su sitio pendiente.
    Los lápices y crayones, con colores vivos y radiantes,
    Recuerdan a los escolares, con sus risas extravagantes.

    La maestra, con cariño, coloca una manzana,
    En el altar de la escuela, con dulce esperanza.
    Los conocimientos compartidos en el aula,
    Son parte de esta ofrenda, que en el corazón se acumula.

    Los juegos en el recreo y las travesuras en clase,
    Son parte de la ofrenda, como un recuerdo que abraza.
    En la escuela, el Día de los Muertos es una celebración,
    Donde el conocimiento y la amistad son la constelación.

    Así, en la escuela, en esta fecha solemne,
    Las ofrendas y recuerdos se entrelazan con bienvenene.
    Honrando a los que partieron, con amor y gratitud,
    La escuela celebra, en esta festividad con plenitud.

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  8. En el barrio de Lisseth, un día la Muerte pasó,
    Con su manto oscuro y su figura enigmática, llegó.
    Lisseth, valiente y curiosa, no le tuvo miedo,
    Y le preguntó a la Parca, con un gesto quedo.

    «¿Qué haces aquí, en nuestro rincón de amistad?»
    La Muerte sonrió con calma y sinceridad.
    «Deseo aprender del tesoro que llaman amistad,
    Y tú, Lisseth, pareces tenerlo con calidad.»

    Lisseth y la Muerte, en un rincón del barrio, charlaron,
    Sobre la amistad y los recuerdos que se quedaron.
    Lisseth le contó de sus amigos y aventuras sin parar,
    La Muerte escuchó atentamente, sin juzgar ni criticar.

    «La amistad es un tesoro que dura para siempre,
    Aunque la vida pase, es un lazo persistente.
    En cada risa compartida y apoyo sin medida,
    La amistad se fortalece, sin importar la vida que se retira.»

    Así, en esta calaverita, la Muerte y la amistad se unen,
    Lisseth enseñó que la amistad es un lazo que nunca se mueren.
    En el barrio de Lisseth, la Muerte encontró lección,
    La amistad, un tesoro que vive más allá de la extinción.

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  9. En el Día de Muertos, en México se enciende,
    Un festín para almas, donde el amor prevalece.
    Las calacas y calaveras, con sus sonrisas pintadas,
    Recuerdan a los difuntos en noches iluminadas.

    Las ofrendas se erigen, con incienso perfumado,
    Altares llenos de color, de vida y recuerdo adorado.
    Pan de muerto y calaveritas de azúcar con primor,
    En el Día de Muertos, honramos al ser querido con fervor.

    Las velas parpadean en un baile de luz dorada,
    Guían a las almas, en esta noche encantada.
    En el cementerio, flores de cempasúchil se despliegan,
    Y entre rezos y cantos, la memoria renace y protegen.

    Los vivos y los muertos, en un abrazo eterno,
    Comparten risas y lágrimas, en este rito tierno.
    El Día de Muertos, una tradición ancestral,
    Que celebra la vida y la muerte, en un ciclo natural.

    En esta festividad, la muerte no es temida,
    Sino abrazada con amor, en una danza compartida.
    El Día de Muertos, un tributo a la existencia,
    Donde el alma y la memoria encuentran su persistencia.

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  10. En la biblioteca oscura, la Muerte caminaba un día,
    Entre estantes llenos de libros, donde la sabiduría residía.
    Con su bastón y su manto, en silencio avanzaba,
    Observando las páginas en blanco, donde la vida se plasmaba.

    Los libros, como ventanas al alma y al saber,
    Guardaban historias, anhelos, y un sinfín de poder.
    La Muerte, con respeto, acariciaba las letras,
    Pues sabía que cada obra, en su esencia, era completa.

    La Muerte entendía que en las páginas y versos,
    La vida y la muerte, en un abrazo diverso,
    Se entrelazaban, como un ciclo sin fin,
    Donde el conocimiento y la sabiduría persistían.

    Así, en la biblioteca oscura, la Muerte encontraba,
    Que los libros y la muerte, en un baile se enlazaban.
    El conocimiento perduraba más allá del tiempo,
    Y en cada página, el alma y el espíritu se elevaban con aliento.

    En esta calaverita, honramos a los libros y a la Muerte,
    Que juntos nos recuerdan que la sabiduría es fuerte.
    Que en las palabras escritas, la vida perdura,
    Y en cada historia contada, el alma encuentra su aventura.

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  11. En el salón de baile, la Muerte llegó a danzar,
    Su figura espectral en la pista comenzó a girar.
    El vals de la vida, con pasos cadenciosos y lento,
    Muestra que el tiempo avanza, es un eterno tormento.

    Con sus brazos esqueléticos, abrazó a los vivos con calma,
    Recordando que en la danza, la vida y la muerte son una palma.
    El baile, un símbolo del ciclo que nunca se termina,
    Donde la Muerte y la vida en la pista se entrelazan divina.

    Las parejas en giros y vueltas, se movían con pasión,
    Mientras la Muerte, con su elegante traje de ocasión,
    Guiaba a cada alma en su danza efímera y fugaz,
    Recordándoles que la vida es un baile, un haz de jazz.

    Las risas y suspiros se entremezclaban en la pista,
    Mientras la Muerte y la vida, unidos, no resisten vista.
    El baile, un recordatorio de la fugacidad de la existencia,
    Que en cada movimiento, hallamos la esencia.

    Así, en el salón de baile, la Muerte y el baile se encontraban,
    En un vals eterno, donde el tiempo nunca paraban.
    La vida y la muerte, unidos en su danza etérea,
    Mostrando que en cada paso, el alma persiste sincera.

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  12. En el estadio colmado, la Muerte apareció,
    Un partido de fútbol, un espectáculo que encendió.
    Su matraca en la mano, su mirada misteriosa,
    En medio del juego, su presencia asombrosa.

    Los jugadores en la cancha, con pasión y emoción,
    Sin notar que la Muerte observaba su acción.
    En el campo de batalla, la vida y la muerte se cruzaban,
    Como un recordatorio de que el tiempo no se detenía, sino avanzaban.

    En un instante fugaz, un jugador cayó al suelo,
    La Muerte extendió su mano, en un acto sin consuelo.
    El jugador, con calma, tomó su camino al más allá,
    Mientras el estadio enmudeció, en un silencio sin par.

    Pero el partido siguió, sin detenerse ni un instante,
    Los jugadores se entregaron al juego, con deseo constante.
    La Muerte, en las gradas, seguía su silente labor,
    Recordando a todos que la vida es un don de gran valor.

    Al final del partido, con aplausos y emociones,
    Los espectadores comprendieron las lecciones.
    La Muerte y el fútbol, en un juego animoso,
    Nos recuerdan que la vida es un regalo hermoso.

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  13. En la escuela Cruz Azul, donde el azul del cielo viste,
    la muerte merodea, su presencia persiste.

    En la cafetería, el aroma del café se mezcla,
    entre risas y charlas, la Parca teje su madeja retorcida.

    En la dirección, un suspiro grave se escucha,
    la muerte firma un decreto, una despedida justa.

    En el maker, donde la creatividad florece,
    la Parca talla sombras en cada pieza que perece.

    En la cancha de fútbol, el balón rueda sin cesar,
    pero la muerte también juega, su partida sin avisar.

    En los laboratorios, donde la ciencia late fuerte,
    la Parca mezcla ingredientes en un brebaje inerte.

    Cruz Azul, donde cada rincón guarda su duelo,
    la muerte, un estudiante del silencio y del destierro.

    En los pasillos, un susurro triste se propaga,
    la Parca cosecha almas, su danza nunca se apaga.

    Bajo la bandera escolar, ondea el lamento,
    Cruz Azul, donde el azul se viste de luto y viento.

    En el aula vacía, la muerte es la maestra,
    una lección que en el corazón, la vida testa.

    La escuela Cruz Azul llora en silencio su duelo,
    en cada recuerdo, la Parca es el anhelo.

    En el libro de la vida, una página se quema,
    Cruz Azul, donde la muerte teje su esquema.

    Bajo el cielo que una vez fue azul y sereno,
    la Parca se lleva un estudiante, un alma en el cieno.

    Cruz Azul, donde la despedida es un trazo incierto,
    en el lienzo del destino, la muerte pinta su puerto.

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  14. En un rincón olvidado, en un mundo ancestral,
    Surge un grupo único, Los Saquis, en el portal.
    Azriel, Adrián, y Perrin, esqueletos sin igual,
    Jona, Caute, y Rafa, en su risa inmortal.

    En la tierra de los vivos, ocultan su faz,
    Pues solo en la noche, revelan su disfraz.
    En la escuela misteriosa, donde todos se asombran,
    Los Saquis se divierten, en su danza de sombras.

    Bajo la luz de la luna, en la noche sin fin,
    Los Saquis se reúnen, en su baile sutil.
    Azriel, el bromista, con su risa encantada,
    Adrián, el curioso, en su mirada dedicada.

    Perrin, el bromista, lanza chistes sin parar,
    Jona, el travieso, siempre quiere celebrar,
    Caute, el misterioso, con secretos ocultos,
    Y Rafa, el risueño, hace reír a raudales a todos.

    En la escuela del más allá, su diversión comienza,
    Donde las reglas de los vivos, no tienen presencia.
    Las aulas se llenan de risas y sorpresas,
    Los Saquis se divierten, no importan las pizarras.

    El recreo es su momento, el lugar de su alegría,
    Donde los juegos y bromas no conocen censura ni ley.
    Los Saquis y amigos, en risas y abrazos,
    La amistad florece en todos sus lazos.

    La historia de Los Saquis, una leyenda singular,
    En la escuela etérea, donde no pueden marchitar.
    500 palabras no bastan para su diversión,
    Pues en cada risa, en cada broma, hay eterna pasión.

    En cada recuerdo, en cada sonrisa, su esencia permanece,
    Los Saquis y su grupo, una amistad que nunca fallece.
    En la noche de los muertos, su risa resonará,
    En la escuela de la eternidad, la diversión no morirá jamás.

    Los Saquis, en su eterno carnaval,
    Donde la muerte es solo un comienzo, en su ritual.
    Azriel, Adrián, Perrin, Jona, Caute y Rafa,
    En la diversión y risas, su legado nunca se apaga.

    Así concluye la historia, en este canto funesto,
    De Los Saquis, amigos, en su eterno gesto.
    En la escuela entera, donde todos se divierten,
    La diversión y la amistad, nunca dejarán de existir.

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    • En el reino de la osamenta fría,
      donde la risa es melodía sombría,
      surge una calaverita en su danza,
      tejiendo versos con risa y bonanza.

      En la noche de octubre danzante,
      su pluma es espectral, elegante.
      Bajo la luna de luz mortecina,
      escribe rimas con tinta divina.

      Entre sombras de un camposanto,
      la calaca ríe con risueño encanto.
      Con huesos que cuentan su historia,
      baila entre tumbas, una eterna euforia.

      Sus versos son tristes, pero ingeniosos,
      cuentan historias de destinos hermosos.
      En el festín de almas y calacas,
      resuena su rima, romántica y opaca.

      En cada estrofa, un eco funesto,
      de un pasado que yace en el lecho.
      Las flores marchitas, el viento suspira,
      mientras la calaverita su poesía gira.

      En el umbral entre vida y muerte,
      teje versos como red de suerte.
      Cautiva al alma con su arte siniestro,
      en el abrazo eterno del misterio terrestre.

      Así, entre calacas y danza macabra,
      la calaverita su rima labra.
      En el libro de los difuntos se escribe,
      su poesía, donde el alma revive.

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    • En el reino de la osamenta fría,
      donde la risa es melodía sombría,
      surge una calaverita en su danza,
      tejiendo versos con risa y bonanza.

      En la noche de octubre danzante,
      su pluma es espectral, elegante.
      Bajo la luna de luz mortecina,
      escribe rimas con tinta divina.

      Entre sombras de un camposanto,
      la calaca ríe con risueño encanto.
      Con huesos que cuentan su historia,
      baila entre tumbas, una eterna euforia.

      Sus versos son tristes, pero ingeniosos,
      cuentan historias de destinos hermosos.
      En el festín de almas y calacas,
      resuena su rima, romántica y opaca.

      En cada estrofa, un eco funesto,
      de un pasado que yace en el lecho.
      Las flores marchitas, el viento suspira,
      mientras la calaverita su poesía gira.

      En el umbral entre vida y muerte,
      teje versos como red de suerte.
      Cautiva al alma con su arte siniestro,
      en el abrazo eterno del misterio terrestre.

      Así, entre calacas y danza macabra,
      la calaverita su rima labra.
      En el libro de los difuntos se escribe,
      su poesía, donde el alma revive.

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  15. En un mundo de sombras y oscuridad,
    donde la muerte es eterna realidad.
    Las calacas bailan con gran alegría,
    celebrando la vida en su melancolía.

    Con risas macabras y sonrisas huecas,
    las almas perdidas hacen su fiesta.
    Entre tumbas y lápidas danzan sin cesar,
    recordándonos que la muerte está al acechar.

    Pero no temas, amigo mío,
    la muerte es solo un paso al vacío.
    Disfruta cada día como si fuera el último,
    y vive intensamente sin ningún desgasto.

    Así que ríe y goza sin medida,
    pues la vida es corta y rápida partida.
    En esta calaverita,
    te invito a vivir con alegría y diversión.

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  16. Dulces calaveritas de azúcar
    rico olor a pan de muerto, contentos todos se veían
    lindas tradiciones se acercarían.

    La flaca llegando estaba
    asomándose por todos los salones, ya era día de muertos pero los alumnos los altares no ponen.

    Más de quinientos alumnos la flaca no se decidía,»¿me los llevare a todos, o solo a los que reprobarian? «.

    Todos son buenos alumnos aunque tienen sus percances, le repetían los maestros,no tan convencida la flaca tomo su palabra y se alejo de ellos.

    Mejor pongan sus ofrendas sigan las tradiciones no dejen los estudios para que la flaca no los condicione.

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  17. En una noche de calacas y alegría,
    Las risas y bailes se apoderan del día,
    Las calaveras con sombrero y sonrisa,
    Saludan a todos con gran simpatía.

    Catrinas y catrines se dan la mano,
    Bailando al compás de un mariachi temprano,
    En el inframundo, la fiesta es eterna,
    Ninguna tristeza, solo risa tierna.

    En el altar de muertos, ofrendas brillan,
    Los aromas de cempasúchil nos cautivan,
    Los difuntos nos visitan con alegría,
    Recordamos sus vidas con melodía.

    El mezcal y el pan de muerto se comparten,
    En esta festividad, la muerte no asustan,
    La calaverita ríe y disfruta el festín,
    Pues en esta noche, la muerte es festiva sin fin.

    En el Día de los Muertos, la vida brilla,
    Las almas se unen en una danza sencilla,
    La muerte no es final, es solo un paso,
    La calaverita alegre, ¡viva el abrazo!

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  18. En el Bachillerato Cruz Azul,
    entre libros y futbolines, sin parar,
    jugando con pasión, el fútbol nos unió,
    entre risas y sueños, la amistad floreció.

    En la cancha sudábamos la camiseta,
    como leales guerreros, sin tregua ni treta,
    el balón rodaba al compás de nuestra ilusión,
    amigos y goles, una eterna bendición.

    El golpe del silbato anunciaba el recreo,
    la pasión por el balón nos llenaba de anhelo,
    entre mates y jugadas, el tiempo volaba,
    y la amistad en el corazón se atesoraba.

    En el aula, con libros y tareas en mano,
    la pasión por el fútbol seguía siendo en vano,
    suspenso en matemáticas, triunfo en el campo,
    los lazos entre amigos nunca daban un traspié tanto.

    Pero en esta jornada de calavera y amistad,
    recordamos con cariño cada gol y cada verdad,
    en el Bachillerato Cruz Azul, unidos por pasión,
    fútbol y amigos, ¡eterna celebración!

    Que en el más allá el balón siga rodando,
    y la amistad perdure, siempre recordando,
    nuestro querido Bachillerato, Cruz Azul sin par,
    fútbol y amigos, ¡siempre en nuestro jugar!

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  19. En el Bachillerato Cruz Azul, un lugar especial,
    Estudiantes y maestros, en armonía sin igual.
    En las aulas brillaba el saber con gran fulgor,
    Donde el conocimiento era nuestro mejor motor.

    Los alumnos curiosos, sedientos de aprender,
    En Cruz Azul encontraron su mejor amanecer.
    Profesores dedicados, con pasión enseñaban,
    En cada clase, sabiduría compartían y entregaban.

    Cruz Azul, cuna de sueños y esperanza,
    Donde cada día, el futuro se avanza.
    En esta calaverita, les rindo homenaje,
    A ese bachillerato que es nuestro gran linaje.

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  20. En un tenebroso centro educativo,
    llamado Cruz Azul del espanto,
    los alumnos temblaban de miedo,
    en cada rincón, había encanto.

    Las aulas estaban sombrías,
    con murmullos extraños en el aire,
    los pasillos oscuros, en vigilia,
    almas inquietas sin poder escapar.

    El director, un ser macabro,
    con ojos hundidos y risa siniestra,
    los aterrorizaba con su amo,
    y les imponía tareas diestras.

    Las tizas flotaban en el aire,
    los libros abrían sus páginas solos,
    las plumas escribían en pesares,
    en el aula, reino de espantosos rollos.

    Los maestros eran espectros,
    con conocimientos de ultratumba,
    sus clases eran auténticos espectáculos,
    donde el terror jamás se desdibujaba.

    Los pasillos, llenos de sombras danzantes,
    y en las noches se oían lamentos,
    los alumnos, temblando ante los desafiantes,
    del Centro Educacional Cruz Azul de Miedos.

    En cada recreo, al patio salían,
    donde fantasmas jugaban al balón,
    dar un pase era una prueba difícil,
    y el miedo se acumulaba en el corazón.

    Pero a pesar de todo el horror,
    los alumnos seguían estudiando,
    el conocimiento era su salvador,
    y en la oscuridad, ellos iban caminando.

    En la noche de los muertos, recuerden,
    aquellos que de miedo transitan,
    en el Centro Cruz Azul, no se desprenden,
    los fantasmas, estudiantes en la visita

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  21. En la escuela, en este día especial, se entrelazan dos mundos en un umbral, el aula brilla con ofrendas en flor, recordando a quienes ya no están en el amor.Las aulas se visten con calacas de papel, y el eco de risas y cuentos en el anochecer. Los pupitres guardan secretos de ayer, mientras el día de muertos nos hace comprender.

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  22. En el CECA brillan calaveritas de empeño,
    en el Día de Muertos, un ritual solemne.
    Estudiantes y maestros, en la ofrenda encuentro,
    celebrando con respeto, un pasado que se esconde.

    Las aulas silenciosas, con risas en el viento,
    recuerdan a los sabios, con un afecto sincero.
    Ofrendas de colores, con flores y alimentos,
    recordando con cariño, a quienes hoy no están enteros.

    Las calaveras de papel, en los pasillos desfilan,
    alumnos con disfraces, en sus rostros sonríen.
    Los altares adornados, de la muerte nos hablan,
    un lazo entre la vida y la muerte se establece.

    En la escuela CECA, Día de Muertos se celebra,
    un tributo a la historia que en el tiempo espera.
    Las memorias perduran, en nuestro corazón sincero,
    en este día de encuentro, con un pasado que venera.

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  23. En el Ceca hallé un hogar, entre risas y saber,
    donde maravillosas personas me ayudaron a crecer.
    En cada aula, amistades como estrellas brillan,
    en la escuela del Ceca, el alma se encamina.

    El Día de Muertos, velas iluminan el andar,
    recordando seres queridos en un dulce recordar.
    En el Ceca, sus enseñanzas siguen siendo guía,
    en cada recuerdo, su amor nos alivia.

    La literatura, un universo entre mis dedos,
    cada palabra, un sendero que me ha dado juegos.
    En el Ceca, descubrí que los libros son tesoros,
    guardianes de historias, auténticos decoros.

    Maravillosas personas, pilares de esta experiencia,
    en el Ceca, encontré amor y coherencia.
    El Día de Muertos, los honramos con gratitud,
    en la escuela del Ceca, se vive con plenitud.

    Entre versos y páginas, la vida cobra sentido,
    en el Ceca, encontré mi ser querido.
    Maravillosas personas, en el recuerdo y en la luz,
    en cada historia, su legado es una cruz.

    A mis maestros, mi gratitud es sincera,
    por sus enseñanzas, mi mente se aclara.
    Esta fue mi Calaverita con todo el amor
    y me despido con todo mi honor

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  24. En la escuela CECA, hubo un gran alboroto,
    pues la muerte, con su sombra, llegó de pronto.
    Los alumnos y maestros, con susto en la mirada,
    se encontraron en medio de una calavera animada.

    La calavera literaria, con su risa macabra,
    recitaba versos y rimas, causando gran algarabía.
    Los estudiantes, desconcertados y asustados,
    no sabían si reír o salir corriendo despavoridos.

    La calavera se burlaba de sus exámenes y tareas,
    diciendo que era inútil, pues nada les ayudaría.
    Pero los alumnos, valientes y decididos,
    decidieron enfrentarla, sin quedarse dormidos.

    Con libros y lápices en mano, se armaron de valor,
    y desafiaron a la calavera, sin temor ni temblor.
    Recitaron poesías, demostraron su talento,
    demostrando que el aprendizaje es su mayor aliento.

    La calavera, sorprendida por su determinación,
    se dio cuenta de que la educación es una bendición.
    Dejó de reír y comenzó a escuchar,
    los sueños y deseos que cada alumno quería alcanzar.

    La escuela CECA, con su valentía y pasión,
    logró vencer a la calavera, mostrando su dedicación.
    Los alumnos volvieron a sus estudios con ganas,
    sabiendo que la educación es su mejor arma.

    En la escuela CECA, la muerte no pudo triunfar,
    pues los estudiantes se negaron a fracasar.
    Con esfuerzo y perseverancia, seguirán adelante,
    haciendo de la educación su mejor estandarte.

    Así, en la escuela CECA, la calavera aprendió,
    que el conocimiento y el aprendizaje nunca se acabarán.
    Y en cada generación de alumnos que pasen por allí,
    la educación será su lazo, su eterno legado sin fin.

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  25. En el Día de Muertos, amigas se encuentran,
    Con risas y alegría, la fiesta se adentran.
    Visten de colores, calacas en la piel,
    Celebrando la vida, sin temor ni querer.

    Entre flores y velas, danzan sin cesar,
    Recordando a los seres queridos en cada altar.
    Con música y comida, el ambiente se llena,
    Las amigas disfrutan esta festividad buena.

    Ríen y cantan al son de la tradición,
    Bailan en la noche con gran emoción.
    Las calaveritas rimas entonan con pasión,
    Uniendo a las amigas en esta celebración.

    En el Día de Muertos, su amistad florece,
    Compartiendo momentos que el tiempo enriquece.
    Que esta festividad siempre las una,
    Amigas que en el día de muertos se divierten sin ninguna duda.

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  26. En cruz azul la muerte anda rondando el bachillerato ceca dicen que anda buscando.
    Busca a la maestra Elsita para que la enseñe a leer la muerte no sabe ni escribir y también quiere aprender.
    La muerte puso su navegador pero a otro lado la llevó y a la querida maestra Elsita la muerte no encontró.
    Lo siento mucho por la muerte se quedará analfabeta nunca tendrá el privilegio de escribir en una libreta.

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  27. En un oscuro cementerio,
    una sombra apareció.
    Con ojos brillantes y risa macabra,
    almas perdidas comenzó a buscar.

    Entre tumbas y lápidas se movía,
    susurros de miedo en el aire se oían.
    Los muertos en sus tumbas temblaban,
    mientras la sombra su danza realizaba.

    Pero en medio de la noche lúgubre,
    un valiente espíritu se alzó sin titubeo.
    Con luz radiante y voz decidida,
    a la sombra desafió en su guarida.

    El duelo comenzó, alma contra sombra,
    una batalla que al cementerio asombra.
    Con cada golpe, la sombra debilitaba,
    mientras el espíritu su fuerza aumentaba.

    Hasta que finalmente, con un último suspiro,
    la sombra desapareció en el retiro.
    El cementerio volvió a estar en calma,
    gracias al valiente espíritu que lo salvó de su alma.

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  28. La muerte en la escuela
    Llegó la muerte en la escuela y en su pupitre se sentó escucho atenta a su maestra y mucho la clase le gustó
    Los problemas de matemáticas era lo que más le gustaba los quebrados y la raíz cuadrada en eso la muerte se especializaba.
    Un día la maestra muy cansada a la muerte su clase expulsó la muerte no quería irse y a la maestra disculpas pidió la maestra tiene un corazón muy grande. La muerte lloraba y la convenció la muerte estaba muy contenta y tranquila en su pupitre se quedo

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